Olas de calor y la necesidad de mitigación y adaptación al cambio climático
Equipo #PorElClima
Cada año sufrimos olas de calor más frecuentes, intensas y largas, y estas temperaturas extremas perjudican seriamente la salud. Este verano ha sido el tercero con mayor mortalidad atribuible al calor excesivo, con 2.155 fallecimientos, después de la ola de calor de 2003 y el verano de 2022, que acumuló 3.012 muertes.
La ONU ha alertado: las temperaturas subirán en Europa a un ritmo superior que la media mundial. Ante una ola de calor, las personas que más van a urgencias son aquellas con patologías crónicas que se agravan por las altas temperaturas y acaban ingresando en un hospital o falleciendo. El verano se ha convertido en un momento de especial riesgo sanitario.
Sin embargo, el riesgo ante las olas de calor no es igual para todos. Intervienen múltiples factores: socioeconómicos, demográficos, urbanísticos, la calidad de las viviendas, etc., y el efecto es peor en poblaciones vulnerables y barrios empobrecidos.
Desde hace dos años, la Unidad de referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III, investiga todos estos temas desde la óptica de la salud humana. Estos estudios, dirigidos por Cristina Linares y Julio Díaz, relacionan el aumento de las temperaturas que mide la AEMET con su efecto sobre la salud de las personas, y han observado que cada vez hacen falta temperaturas más altas para que aumente la mortalidad. Lo que sugiere que nos estamos adaptando al calor, aunque no todos de la misma manera y no fisiológicamente, sino socialmente, nos protegemos mejor.
Algunos ejemplos de esta nueva cultura de calor que estamos adoptando son, por ejemplo, la búsqueda de sitios frescos cuando el calor aprieta y la importancia de la hidratación. También, hemos podido ver como se modifican los horarios de las visitas turísticas o se cancelan eventos por riesgo ante una ola de calor.
Otro de sus estudios analiza qué influye en que unas provincias se adapten mejor que otras a las altas temperaturas. En la adaptación al calor de las provincias urbanas el nivel de renta es clave, pues la pobreza es el principal factor de riesgo en olas de calor. También, depende del lugar donde se suelen dar estas olas, por ejemplo, en las provincias del norte esa adaptación es peor que en las del sur, donde las casas son blancas, hay sombras y toldos, y está más presente el aire acondicionado, en general. Por su parte, en áreas rurales, la rehabilitación de edificios y la disponibilidad de personal médico son cruciales.
Ante esta situación, es esencial seguir dando respuesta con la implementación de planes de prevención y adaptación eficaces, mientras se continúa trabajando en la mitigación del cambio climático para abordar este problema social, energético y ambiental.
En este sentido, destaca una nueva aplicación web llamada Mortalidad Atribuible por Calor en España (MACE), desarrollada por científicos, que resulta una herramienta muy valiosa para comprender y abordar el impacto del cambio climático y el aumento de temperaturas. Utiliza datos de MoMo del Instituto de Salud Carlos III y temperaturas registradas por AEMET para calcular la mortalidad atribuible a diferentes niveles de calor durante los meses de junio a agosto.