Publicado por Super User el Miércoles, 03 Febrero 2021

The Lancet Countdown es una colaboración internacional y multidisciplinaria que revisa la relación entre salud y cambio climático y proporcionar una evaluación independiente del cumplimiento de los compromisos asumidos por los gobiernos de todo el mundo en el Acuerdo de París.

El informe de 2019 presenta la evaluación de 41 indicadores en cinco áreas clave: impactos, exposiciones y vulnerabilidad del cambio climático; adaptación, planificación y resiliencia para la salud; acciones de mitigación y cobeneficios para la salud; economía y finanzas; y participación pública y política.

Las conclusiones más importantes a cada unos de los bloques:

Sección 1: impactos, exposiciones y vulnerabilidades del cambio climático

Los datos obtenidos en esta sección no son muy alentadores. A través de los indicadores evaluados se observa un empeoramiento en cuanto a exposición a altas temperaturas y precipitaciones, lo que influye a su vez en el rendimiento de los cultivos que se reduce, al mismo tiempo que aumenta la viabilidad de diferentes enfermedades infecciosas que se adaptan mejor a las nuevas condiciones climáticas.

Por otro lado, estos efectos no se sufren igual en todas las partes del planeta. Países con un poder económico menor son más vulnerables a los efectos del cambio climático que lo que tienen mayores ingresos.

Indicador 1.1: salud y calor

Indicador 1.1.1: vulnerabilidad a temperaturas extremas. La vulnerabilidad a temperaturas extremas sigue aumentando entre las poblaciones más ancianas en todas las regiones del mundo, y las regiones del Pacífico Occidental, Asia Sudoriental y África experimentan un aumento en la vulnerabilidad de más del 10% desde 1990

Indicador 1.1.2: salud y exposición al calentamiento. Las poblaciones humanas se concentran especialmente en las áreas del planeta más expuestas al calentamiento, experimentando un aumento de temperatura media en verano cuatro veces mayor que el promedio mundial.

Indicador 1.1.3: exposición de poblaciones vulnerables a olas de calor      En 2018, se observó un aumento de 220 millones de exposiciones a olas de calor que afectaron a las poblaciones de mayor edad, rompiendo el récord anterior establecido en 2015. Solo Japón experimentó 32 millones de exposiciones a olas de calor, el equivalente a casi todas las personas de 65 años o más que sufrieron los efectos de una ola de calor en 2018.

Indicador 1.1.4: cambio en la capacidad laboral. Las temperaturas más altas continúan afectando la capacidad de las personas para trabajar. En 2018, se perdieron 45 billones de horas de trabajo potenciales debido al aumento de las temperaturas, en comparación con 2000

Indicador 1.2: salud y fenómenos meteorológicos extremos

Indicador 1.2.1: incendios forestales. 152 de 196 países vieron un aumento en la exposición diaria anual de la población a incendios forestales en 2015-18, en comparación con 2001-04. India registró un aumento de 21 millones de exposiciones diarias anuales. Este aumento no solo representa una amenaza para la salud pública, sino que también crea una carga económica y social significativa en los países de ingresos altos y bajos.

Indicador 1.2.2: inundaciones y sequías. Las lluvias extremas, que han provocado inundaciones y sequías, han afectado a la salud y al bienestar humanos. América del Sur y el sudeste asiático han experimentado aumentos a largo plazo en ambos desastres naturales.

Indicador 1.2.3: letalidad en desastres relacionados con el clima Se ha observado una tendencia ascendente estadísticamente significativa a largo plazo en el número de desastres relacionados con inundaciones y tormentas en África, Asia y América desde 1990. Al mismo tiempo, África ha experimentado un aumento estadísticamente significativo en el número de personas afectadas por este tipo de desastres.

Indicador 1.3: tendencias sanitarias mundiales en enfermedades sensibles al clima. Aunque la mortalidad por enfermedades diarreicas, desnutrición y malaria está disminuyendo, la mortalidad por dengue está aumentando en las regiones más afectadas por estas enfermedades.

Indicador 1.4: enfermedades infecciosas sensibles al clima

Indicador 1.4.1: idoneidad climática para la transmisión de enfermedades infecciosas. Los cambios climáticos han facilitado la transmisión de enfermedades como el dengue, la malaria, V. Cholerae entre otras. En 2018 se registraron 107 días óptimos para la transmisión patógena de Vibrio en el báltico, el número más alto desde que comenzaron los registros y el doble de la línea de base de principios de la década de 1980.

Indicador 1.4.2: vulnerabilidad a las enfermedades transmitidas por mosquitos   El riesgo de enfermedades transmitidas por mosquitos inducidas por el cambio climático disminuyó gracias a las mejoras en los sistemas de salud pública. Las inversiones en salud pública han dado como resultado una caída del 31% en la vulnerabilidad global observada entre 2010 y 2017. Sin embargo, este éxito no se distribuye por igual, y la vulnerabilidad a los brotes recurrentes de dengue aumenta en el Pacífico occidental y el sudeste asiático en ese mismo periodo de tiempo.

Indicador 1.5: seguridad alimentaria y desnutrición

Indicador 1.5.1: Seguridad alimentaria terrestre y desnutrición. Los datos referentes a los principales cultivos evaluados (maíz, trigo, arroz y soja) mostraron que el aumento de temperatura ha reducido el rendimiento potencial de los cultivos a nivel mundial.

Indicador 1.5.2: seguridad alimentaria marina y desnutrición. Entre 2003 y 2018, la temperatura de la superficie del mar aumentó en 34 de las 64 aguas territoriales evaluadas, lo que representa un riesgo para la seguridad alimentaria marina.

 

Sección 2: adaptación, planificación y resiliencia para la salud

Los indicadores evaluados en esta sección reflejan un avance en cuanto a la implicación de los distintos países pero el ritmo sigue siendo muy lento. El número de países con planes nacionales para la adaptación de la salud ha aumentado, así como el número de países y ciudades que han evaluados los riesgos para la salud del cambio climático, así como el gasto asociado. No obstante, hay que avanzar más hacia la acción, no quedarse con la planificación.

Por otro lado, es necesaria una evaluación minuciosa y con un enfoque global, no centrado únicamente en ciudades o países, porque desde esa perspectiva se puede solucionar un problema pero empeorar otro, por ejemplo con lo evaluado respecto al uso de aire acondicionado. De esta manera se solucionan problemas de los efectos de olas de calor en la salud de las personas, pero se contribuye a la generación de calor exterior, contaminación del aire,?

Así,  queda patente la necesidad de trabajo a nivel mundial, tanto en términos de planificación como de implementación de medidas de adaptación, para mejorar la salud.

Indicador 2.1: planificación y evaluación de la adaptación

Indicador 2.1.1: planes nacionales de adaptación para la salud. El reconocimiento de la necesidad de adaptación de la salud al cambio climático es generalizado y la planificación del desarrollo está en marcha. En 2018, casi la mitad de los países encuestados afirmaron tener un plan nacional de salud y cambio climático.

Indicador 2.1.2: evaluaciones nacionales de los impactos del cambio climático, la vulnerabilidad y la adaptación para la salud. De 101 países encuestados en 2018, 48 indicaron que se había realizado una evaluación nacional de la vulnerabilidad de la salud al cambio climático. Sin embargo, de estos 48 países, poco más del 40% informó que los hallazgos de la evaluación habían influido en la asignación de recursos humanos y financieros a dicha causa.

Indicador 2.1.3: evaluaciones de riesgo de cambio climático a nivel de ciudad. En 2018, el 54% de las ciudades del mundo encuestadas esperaban que el cambio climático comprometiera seriamente su infraestructura de salud pública, y el 69% de las ciudades estaban desarrollando activamente o habían completado una evaluación integral del riesgo o vulnerabilidad al cambio climático.

Indicador 2.2: servicios de información climática para la salud. Se han observado

avances en el número de países que prestan servicios climáticos al sector salud, de 55 en 2018 a 70 en 2019.

Indicador 2.3: ejecución e implementación de la adaptación

Indicador 2.3.1: detección, preparación y respuesta a emergencias sanitarias. 109 países tienen una implementación de media a alta de un marco nacional de emergencia de salud, en preparación para todos los eventos y emergencias de salud pública.

Indicador 2.3.2: beneficios y daños de aire acondicionado. El uso de aire acondicionado como medida de adaptación es un arma de doble filo: por un lado, se estimó que el uso global de aire acondicionado en 2016 redujo la mortalidad relacionada con la ola de calor en un 23% en comparación con la ausencia total de aire acondicionado. Por otro lado, también genera daños ya que contribuye al cambio climático, agrava la contaminación atmosférica, aumenta sustancialmente la demanda máxima de electricidad en los días calurosos y favorece el efecto isla de calor urbano.

Indicador 2.4: gasto en adaptación para la salud y las actividades relacionadas con la salud. En 2018, el gasto mundial en adaptación de la salud al cambio climático se estimó en £ 13 billones (5%) de todo el gasto en adaptación, y el gasto relacionado con la salud se estimó en £ 35 billones (13, 5%). Estas estimaciones representan incrementos en términos absolutos y relativos con respecto a los datos anteriores.

Sección 3: acciones de mitigación y cobeneficios para la salud

La generación de electricidad renovable sigue creciendo, al igual que el acceso a la energía y la venta de vehículos eléctricos. Sin embargo, el sistema energético de carbono se mantiene sin cambios, con un mayor suministro de carbón revirtiendo la tendencia bajista de 2014-16, y se requiere un esfuerzo sustancial para descarbonizar los sectores agrícola y energético. Salud. En resumen, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando.

Para cumplir los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París, se requiere urgentemente una fuerte respuesta global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y minimizar los riesgos futuros para la salud del cambio climático.

El sector de la salud tiene un papel importante al respecto por un lado reduciendo sus propias emisiones y por otro trabajando con los legisladores para diseñar e implementar medidas que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y maximicen los beneficios colaterales para la salud que se obtendrán con dicho cambio.

Indicador 3.1: emisiones del sistema energético

Indicador 3.1.1: Intensidad de carbono del sistema energético. En 2018, la intensidad de carbono del sistema energético se mantuvo sin cambios desde 1990. Sin embargo, las emisiones de gases de efecto invernadero de la quema de combustibles fósiles han vuelto a una trayectoria de crecimiento, aumentando en un 2,6% de 2016 a 2018. Limitar el calentamiento a 1,5 °C requeriría una reducción del 7,4% anual de 2019 a 2050.

Indicador 3.1.2: eliminación del carbón. El suministro total de energía primaria de carbón aumentó un 1,7% entre 2016 y 2018, impulsado por el crecimiento en China y otros países asiáticos

Indicador 3.1.3: Electricidad baja en carbono. En 2018, la energía renovable sigue representando una gran parte (45%) del crecimiento en la generación de electricidad, con un 27% del crecimiento proveniente de fuentes eólicas y solares.

Indicador 3.2: acceso y uso de energía limpia. Casi 3.000 millones de personas viven sin acceso a combustibles y tecnologías limpias para cocinar, y solo el 7,5% de los hogares en los países de bajos ingresos informan que utilizan dichos combustibles.

Indicador 3.3: contaminación del aire, transporte y energía

Indicador 3.3.1: Exposición a la contaminación del aire en las ciudades. Los ciudadanos urbanos tienen una exposición continua a altos niveles de contaminación del aire, con un 83% de las ciudades que exceden las concentraciones seguras recomendadas por la OMS. El uso de energía, particularmente la combustión residencial, es uno de los principales contribuyentes a esta contaminación.

Indicador 3.3.2: Mortalidad prematura por contaminación del aire ambiental. En 2016 hubo 2,9 millones de muertes prematuras en todo el mundo asociadas con la contaminación ambiental por PM2.5, con una mejora mínima en la mortalidad global a partir de 2015. A una escala de diez años, se observan algunas mejoras debido a controles eficientes de emisiones, particularmente de procesos industriales y generación de energía.

Indicador 3.4: transporte sostenible y saludable. El uso mundial de combustible para el transporte por carretera aumentó un 0,7% entre 2015 y 2016 per cápita. Los combustibles fósiles continúan dominando como principal combustible para el transporte, pero su crecimiento está siendo moderado en cierta medida por los rápidos aumentos de los biocombustibles y la electricidad.

Indicador 3.5: emisiones de la producción ganadera y agrícola. Las emisiones totales de la ganadería han aumentado en un 14% y las emisiones de la producción agrícola han aumentado en un 10%, de 2000 a 2016, con el 93% de las emisiones de la ganadería atribuidas a los rumiantes.

Indicador 3.6: mitigación en el sector de la salud. Las emisiones de gases de efecto invernadero del sector sanitario mundial fueron aproximadamente el 4,6% de las emisiones totales mundiales.

Sección 4: economía y finanzas

En esta sección se han evaluado indicadores relacionados con el impacto del cambio climático en la economía, la justificación económica para mitigar el cambio económico y el valore económico de los beneficios para la salud asociados.

Los resultados de estos indicadores sugieren que el cambio hacia una economía mundial baja en carbono se está desacelerando desafortunadamente.

Dada la necesidad de hacer la transición de la economía mundial hacia el objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 y así limitar el calentamiento a muy por debajo de 2 °C, los gobiernos de todos los niveles, en colaboración con el sector privado y la población, deben tomar decisiones inmediatas para implementar políticas sólidas, ambiciosas y acciones conjuntas para dirigir y acelerar rápidamente sus economías hacia un estado bajo en carbono.

Indicador 4.1: pérdidas económicas asociadas a eventos extremos relacionados con el clima. En 2018, un total de 831 eventos extremos relacionados con el clima resultaron en pérdidas económicas globales de 166 billones de dólares. Aunque la mayoría de las pérdidas se produjeron en países de ingresos altos y estaban aseguradas, el seguro no cubrió pérdidas mensurables por eventos en países de ingresos bajos.

Indicador 4.2: costes económicos de la contaminación del aire. En Europa se observaron mejoras en la contaminación del aire por partículas causadas por la actividad humana entre 2015 y 2016. Si el cambio en la contaminación durante estos 2 años se mantuvo igual a lo largo de la vida de una persona, esta diferencia conduciría a una reducción promedio anual en años de vida perdidos (YLL) por valor de 5,2 billones de ?.

Indicador 4.3: invertir en una economía baja en carbono

Indicador 4.3.1: inversión en nueva capacidad de carbón. La inversión mundial en nueva capacidad de electricidad de carbón disminuyó nuevamente en 2018, continuando la tendencia a la baja observada desde 2011.

Indicador 4.3.2: inversiones en energía con bajas emisiones de carbono y eficiencia energética. Las tendencias en las inversiones en energía van en la dirección equivocada. En 2018, las inversiones en combustibles fósiles aumentaron, mientras que las inversiones en energía baja en carbono disminuyeron.

Indicador 4.3.3: empleo en las industrias de energía renovable y de combustibles fósiles   En 2018, la energía renovable proporcionó 11 millones de empleos, un aumento del 4,2% con respecto a 2017. El empleo en las industrias de extracción de combustibles fósiles también aumentó a 12,9 millones, un aumento del 2% con respecto a 2017.

Indicador 4.3.4: fondos desinvertidos de combustibles fósiles      El valor global de los nuevos fondos comprometidos para la desinversión de combustibles fósiles en 2018 fue de $ 2135 billones, de los cuales las instituciones de salud representaron alrededor de $ 66,5 millones; esto representa una suma acumulada de $ 7,94 billones desde 2008, y las instituciones de salud representan $ 42 billones.

Indicador 4.4: fijación de precios de las emisiones de gases de efecto invernadero de los combustibles fósiles

Indicador 4.4.1: subsidios a los combustibles fósiles. En 2018, los subsidios para el consumo de combustibles fósiles aumentaron a 427 billones de dólares, más de un tercio más que los subsidios de 2017 y más del 50% más que los subsidios de 2016.

Indicador 4.4.2: cobertura y fuerza de la fijación de precios del carbono Los instrumentos de fijación de precios del carbono a principios de 2019 continúan cubriendo el 13,1% de las emisiones antropógenas de gases de efecto invernadero, pero los precios promedio fueron alrededor de un 13% más altos que en 2018.

Indicador 4.4.3: uso de los ingresos por fijación de precios del carbono    Los ingresos por instrumentos de fijación de precios del carbono aumentaron en $ 10 billones entre 2017 y 2018, alcanzando $ 43 billones, con $ 24,4 billones asignados a más actividades de mitigación del cambio climático.

  

Sección 5: participación pública y política

La participación de todos los sectores de la sociedad es fundamental si se quiere movilizar y mantener la acción sobre el cambio climático.

La participación en la salud y el cambio climático ha aumentado durante la última década, con una participación más pronunciada de los medios y el gobierno que del sector empresarial.

Importantes medios de comunicación han mostrado un compromiso en la información veraz a cerca del impacto del cambio climático en la salud y de los beneficios colaterales que trae la acción contra el cambio climático.

En el foro mundial de la Asamblea General de la ONU, aumenta el número de países que dan importancia a la relación entre la salud y el cambio climático. También ponen de manifiesto las desigualdades en la responsabilidad y la vulnerabilidad al cambio climático y sus impactos adversos para la salud.

A pesar de estas pequeñas pinceladas, los indicadores sugieren que normalmente los temas salud y cambio climático se tratan de forma independiente por norma general. En la mente del público, la salud y el cambio climático representan ámbitos de conocimiento y preocupación diferentes y separados y, cuando se establecen conexiones entre las dos áreas, esto se debe a un interés en la salud más que en el cambio climático.

Indicador 5.1: cobertura de los medios de comunicación sobre la salud y el cambio climático. La cobertura de los medios de comunicación sobre la salud y el cambio climático continuó aumentando entre 2007 y 2018 y la prensa de élite hizo hincapié en los impactos del cambio climático en la salud y los beneficios colaterales de la acción contra el cambio climático.

Indicador 5.2: participación individual en salud y cambio climático. Las personas suelen buscar información sobre la salud o el cambio climático; estas búsquedas están impulsadas principalmente por un interés inicial en el contenido relacionado con la salud.

Indicador 5.3: participación del gobierno en la salud y el cambio climático. Los líderes nacionales están llamando cada vez más la atención sobre la salud y el cambio climático en el Debate General de la ONU en una tendencia liderada por los pequeños estados insulares en desarrollo, que componen 10 de los 28 países que hacen referencia al vínculo entre el cambio climático y la salud en el Debate General de la ONU en 2018.

Indicador 5.4: participación del sector empresarial en la salud y el cambio climático. La participación en la salud y el cambio climático sigue siendo baja entre las empresas del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, incluidas las del sector sanitario.

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