Publicado por Super User el Martes, 24 Noviembre 2020

La alimentación es un componente central y esencial en nuestras vidas, ya que no sólo aporta nutrientes, sino que también juega un papel importante en la economía y la cultura de las personas. Los alimentos que producimos, consumimos y eliminamos tienen, no obstante, un impacto considerable sobre el medio ambiente y la salud de las personas.

En el sector sanitario, la adquisición de alimentos, además de en los aspectos nutricionales, se centra a menudo en el control de los costes económicos, pero está comenzando a emerger una visión más holística. Algunas personas abogan por mejoras en los estándares de los servicios de restauración, argumentando que mejores comidas contribuyen a una recuperación más rápida. Se está reconociendo el amplio papel educativo de los hospitales, con intentos de mejorar las dietas de los pacientes incluso después de que abandonen el centro sanitario. Somos conscientes de que los métodos de producción de alimentos contribuyen al deterioro del medio ambiente, y provocan efectos negativos a largo plazo sobre la salud y los ecosistemas naturales 

El desperdicio alimentario es obviamente un gasto de recursos económicos para un hospital, además de suponer una pérdida de recursos naturales y un impacto sobre el medio ambiente. El acceso desigual a los alimentos es un factor añadido a considerar, resultante de un sistema alimentario disfuncional.

Dadas las amenazas que nuestro sistema alimentario plantea al medio ambiente, la economía y la sociedad en su totalidad, es imprescindible que todos los sectores se muevan hacia prácticas de producción, contratación, preparación, consumo y eliminación de alimentos más saludables y sostenibles.

Consciente de la importancia de estos temas para el sector sanitario, Health Care Without Harm (HCWH) Europe (Salud Sin Daño Europa, en español) decidió realizar un segundo informe sobre alimentación sostenible para dar seguimiento  a  su  informe  del  año  2007, "Fresca, local y orgánica: una receta exitosa para mejorar la alimentación hospitalaria en Europa". Este segundo informe considera algunos de los progresos realizados hacia la provisión de alimentos saludables, locales y de temporada en centros sanitarios.

El objetivo principal de este informe es destacar los  desafíos que los hospitales  europeos  comparten para la ejecución de las políticas nacionales y europeas  en  materia de alimentación saludable y sostenible, y  ofrecer algunas buenas prácticas que sirvan de ejemplo e inspiren a otros hospitales y sistemas de salud a seguir sus pasos. De hecho, el núcleo de este informe lo constituyen esas 22 prácticas recomendables y progresistas que demuestran que los centros sanitarios  y  sus  cocinas  son  conscientes  de  la inmensa  necesidad  de  cambio. Este informe ofrece también una introducción al contexto de la política europea para favorecer prácticas alimentarias sostenibles.

Otro objetivo que persigue este informe es el de alentar a los responsables políticos sobre el hecho de que las iniciativas para una alimentación saludable y sostenible están creciendo por su viabilidad económica y sus amplios beneficios para la sociedad. Los responsables políticos europeos deberían trabajar, por tanto, hacia un marco legislativo que garantice una interpretación común de qué significa una alimentación saludable y sostenible, a fin de facilitar la aplicación de estrategias armonizadas a este respecto a través de todos los sectores y los países de la Unión Europea.

Al final, se presentan algunas recomendaciones que reflejan el aprendizaje de los líderes en este campo, y las visiones de algunos hospitales y sistemas sanitarios que están ya comprometidos.

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